Imagina una casa pensada y construida para desconectar del mundo. Un refugio cargado de buenos momentos, de sobremesas con amigos, de baños en la piscina, del olor a salitre, o de cenas bajo las estrellas. ¿Se te ocurre algo mejor? Hoy te invitamos a descubrir cuatro iconos de la arquitectura española que fueron diseñados para vivir de vacaciones.
En 1935 Josep Lluis Sert rescataba la idea de la casa de fin de semana que elaboró junto a sus compañeros del GATEPAC cuatro años antes. La costa de Sitges fue el lugar escogido para levantar las Casas del Garraf, un proyecto cuya pureza y simplicidad formal contrastaba con el uso de elementos de artesanía, como el maravilloso mobiliario original. Sin embargo, se mantenía la visión industrial al crear una base prefabricada que se terminaba una vez instalada la vivienda en su posición definitiva.
Estas casas abiertas al mar y a la luz esconden bajo sus formas racionalistas una actualización de la arquitectura tradicional catalana y balear. El mismo Sert lo explicaba de manera impecable: “Fue un descubrimiento cuando vimos que muchas de las cosas que se hacían en el centro y en el norte de Europa ya las teníamos aquí. No había que ir a buscar. Por ejemplo, los tejados planos y los volúmenes bastante primarios y sin decoración ya existían. Eran privilegios de la pobreza”.
La modernidad que desprenden las casas del Garraf hoy en día puede explicarse también gracias a la concepción que el arquitecto tenía de lo moderno, muy alejado de pretensiones futuristas: “El nombre de la “arquitectura moderna” empieza a ser una cosa muy difícil de definir. A mí me gusta más utilizar el término “arquitectura contemporánea, que es la de su tiempo, la del momento que va cambiando”.
Bonet y Castellana es la B de la célebre silla BKF; Grupo Austral, el estudio que fundó en el exilio junto a Jorge Ferrari y Juan Kurchan. Y precisamente desde su exilio en Argentina dirigió las obras de La Ricarda, su gran obra maestra en el Prat del Llobregat, junto al mar y rodeada de pinos. Un proyecto de 1953 creado para el matrimonio Gomis, dos intelectuales que se rodearon de artistas como Miró o Tàpies para crear el Club 49, su proyecto para retomar la vanguardia artística truncada por la dictadura franquista.
La espectacularidad de las bóvedas, el uso de la tradicional volta catalana, los enormes ventanales o las características vidrieras marcan la identidad de esta gran casa de vacaciones que terminó por convertirse en el refugio y cuartel general de una intelectualidad nostálgica de la explosión cultural de la Generación del 27.
En la actualidad, es posible visitar La Ricarda: de la mano de la hija del matrimonio Gomis, podemos descubrir la historia de la casa y conocer al detalle el increíble trabajo de restauración, llevado a cabo por los arqutiectos Fernando Álvarez Prozorovch y Jordi Roig.
En 1973, Bofill diseñó esta espectacular casa de vacaciones en una zona montañosa a pocos kilómetros de la Costa Brava. Desde el principio, consideró esencial mantener e incorporar al proyecto las ruinas de la vieja masía que había ocupado la finca. Un elemento fundamental para entender la disposición de los distintos pabellones. Las edificaciones se suceden siguiendo una estructura cercana a la trama de un pueblo mediterráneo de montaña, con distintas terrazas alrededor de una gran piscina roja.
Un proyecto que respeta su espectacular entorno natural y lo potencia con el uso de elementos vegetales, como los cipreses, en contraposición a la naturaleza petrificada representada en el obelisco de ladrillo. En definitiva, un conjunto de gran valor paisajístico y escultórico, con el saber hacer estético de Bofill y su característico lenguaje, que convierte cada uno de sus edificios en un escenario sobre el cual sus habitantes viven el día a día.
Coderch, del que ya te hablamos aquí, es uno de nuestros arquitectos preferidos, también por su capacidad de reinventarse y pasar de proyectos puramente racionalistas, como la casa Casasús, a otros organicistas, como el que hoy nos ocupa. El planteamiento de la casa Ugalde es de una modernidad enorme: adaptarse por completo al terreno y dejar una huella mínima en el pinar que la resguarda del exterior.
A esta voluntad de fundirse con el medio ambiente, se une la dificultad extra de un terreno con una fuerte pendiente. Una circunstancia que Coderch resolvió utilizando los desniveles para articular los distintos espacios interiores de la vivienda, entre los que destaca el gran salón que actúa como distribuidor del resto de estancias.
Esta solución de desniveles sirvió también para cumplir una de las exigencias de los propietarios, grandes amigos de Coderch: sacar el máximo partido de unas vistas espectaculares sobre el municipio de Caldes d´Estrac. La sucesión de terrazas privadas, miradores y patios termina por redondear un proyecto que la prestigiosa revista japonesa AU incluyó en su lista de las casas más importantes del siglo XX. Una condición que también reconoció la Generalitat de Catalunya en 2003, con su declaración como Bien Cultural de Interés Nacional.
Fotos y videos: Plataforma Arquitectura, Alededordelaarquitectura, Arquitecturayafecciones, Pinterest, Ricardo Bofill Taller de Arquitectura, Sense of Motion (YouTube) y Patrimoni Arquitectura (Vimeo).