Rafa lo tenía todo para dedicarse al arte: dos padres arquitectos coleccionistas de arte, libertad para decidir a qué quería dedicarse y, claro, talento. Con el uso de los colores flúor y un amplio catálogo de figuras deformadas, Macarrón ha construido una identidad estética que hace reconocible cualquier obra que haya salido de sus manos. De formación autodidacta, pasó su infancia rodeado de figuras del arte y de la cultura, influyentes referentes que le desaconsejaron matricularse en Bellas Artes. Es más, tras ser ciclista profesional y estudiar fisioterapia, retomó su pasión y la adoptó como profesión. Desde entonces es uno de los artistas españoles con mayor proyección internacional.
La exploración de la vida diaria, las experiencias cotidianas y los paseos con sus perros constituyen el universo artístico de Macarrón. En su proceso creativo, Rafa encuentra inspiración en atardeceres, amaneceres, el agua y actividades como el esquí; pequeñas vivencias que intenta plasmar en sus cuadros, pues las considera fundamentales para enriquecerse emocialmente y fomentar el crecimiento del artista. De hecho, Rafa es una persona profundamente espiritual. Su carrera como ciclista profesional coincidió con su inicio en la meditación, llevándolo a descubrir una conexión con lo divino, algo que lo une a artistas como Chillida, Rothko y Warhol, quienes buscaron la espiritualidad para que el arte trascendiera y no se convirtiera en una simple moda. Su lectura incluye filosofía, poesía y literatura mística, con Santa Teresa. San Juan y San Agustín como referentes.
A Rafael Macarrón hemos tenido el placer de acompañarlo en su primera incursión como escultor, como vimos en la exposición Quince, en el CAC de Málaga, donde expuso la obra “Perro I”. Esta espectacular escultura de más de 3 metros de alto, tan fiel a su estilo como siempre, está ahora a disposición de todos los que visiten el paseo marítimo de Estepona, gracias al programa de donaciones de Kronos. Te lo contamos todo en este post.