El brutalismo está de moda. De repente, uno de los estilos arquitectónicos que más rechazo ha generado se convierte en un must de cualquier influencer que se precie. La tendencia comenzó hace un par de años, pero, lejos de decaer, sigue plenamente vigente, tiñendo de gris las pantallas de nuestros teléfonos y rescatando del olvido algunas joyas que bien lo merecían.
Sin embargo, dado el éxito de este revival brutalista, cabe preguntarse si en algún momento se fue del todo. Y es difícil asegurar que así fue, porque, al fin y al cabo, el brutalismo es el racionalismo elevado a la enésima potencia. El propio Le Corbusier hizo su recorrido particular: nadie diría que Villa Savoye es brutalista, pero pocos negarían que sus Unité d´Habitation lo son. Menos aún sus incursiones indias, ya sean a la escala descomunal de Chandigarh, o una más modesta, como Villa Shodan.
Por supuesto, existen distintas corrientes dentro del movimiento, con el especial mención a la versión soviética, que es el leitmotiv de algunas de las cuentas sobre brutalismo más seguidas en Instagram. Pero, en cualquier caso, el espíritu es el mismo, arquitectura de hormigón en crudo (betón brut), donde la estructura es el principio y el fin, y donde el ornamento es, como corresponde, la propia estructura. De ahí que, muchas veces, se juegue con ella para dotarla de una dimensión escultórica.
Hoy os traemos algunas de las mejores casas unifamiliares construidas en hormigón. Y hemos escogido las unifamiliares porque, a pesar de Villa Shodan, asociamos el brutalismo a los grandes bloques de vivienda social y a los edificios públicos. También hemos optado por traeros las modernas, porque, para muchos, el brutalismo murió con la década de los 80. Ahora os toca a vosotros decidir si esas dos verdades universales son ciertas o no.
En nuestro primer ejemplo, viajamos a México para conocer un proyecto de Ludwig Godefroy que esconde mucho más que una estética brutalista. De hecho, su principio fundacional fue crear una vivienda que hiciese posible vivir en Yucatán sin necesidad de aire acondicionado. ¿La solución? La habitual en estos casos. Nada funciona mejor para adaptarse al clima que la propia arquitectura vernácula.
Pero, ¿qué hay de los mayas en esta casa de inspiración indudablemente brutalista? Pues bastante más de lo que se ve. Lo que en un primer momento parecía un inconveniente, un solar de 8 metros de ancho por 80 de largo, terminó por ser la respuesta al planteamiento sostenible de la casa. La ventilación cruzada de un extremo a otro genera un flujo de aire constante potenciado por la distribución de los espacios.
Además, a la tradicional ventilación cruzada de la arquitectura yucateca, los arquitectos añadieron distintas soluciones para incrementar la sostenibilidad de la casa, desde la utilización de placas y calderas solares, hasta el aprovechamiento del agua de lluvia mediante pozos de absorción, pasando por la elección de materiales locales. Sí, el hormigón también lo es.
Esta espectacular casa de hormigón viene con apellido célebre: Siza. Solo que no es el Pritzker, sino su hijo, Álvaro Leite Siza, que plantea el proyecto como una cascada en la que sus distintas estancias fluyen ladera abajo como un curso de agua. Los distintos volúmenes alternan sus orientaciones contrapuestas y adquieren la forma de prismas de hormigón.
Situada en el espectacular paraje de Lugar Das Carvalhinas, Siza aprovecha la sucesión de cubiertas y la inclinación del terreno para crear una serie de terrazas abiertas al paisaje. De esta manera, cada volumen tiene su propio espacio al aire libre sobre el techo de la siguiente estancia. La calidad escultórica del conjunto se acompaña con una espectacular escalera exterior de peldaños volados que termina en la piscina del nivel inferior. Una maravilla.
Elisa Valero ha diseñado una casa que, a primera vista, es de una austeridad descarnada. La simplicidad del único volumen, con su cubierta a un agua, y la desnudez del hormigón transmiten una dureza que exige cruzar el umbral para cambiar de opinión. Hasta aquí, todo es puro brutalismo, tanto en su planteamiento, como en su ejecución. Sin embargo, de puertas para adentro, la cosa cambia. Y mucho.
En su interior las estancias se visten de mármol blanco y sus techos altos se llenan del reflejo del agua, que llega desde la piscina a través de unos enormes ventanales orientados al sur. La arquitecta quiso que el hormigón adquiriese el aspecto de las rocas bajo el clima extremo de Soria. En cuanto al exterior, el agua y los árboles, cuatro soberbios robles, son todo el paisajismo que necesita. Las estaciones se suceden como una película en formato panorámico, enmarcadas gracias al hormigón, que ha permitido una luz de 20 metros. De nuevo, no solo se trata de estética.
Luciano Kruk nos encanta. Sus casas inmersas en el bosque, la simplicidad de los paños de hormigón y, sin embargo, su complejidad compositiva, dan lugar a un resultado inconfundible. Una suerte de brutalismo ligero, casi aéreo, rodeado de árboles que contrastan con el gris del cemento. De hecho, el contraste es tanto, que casi parece una intervención artística. Como si la casa ocupase el espacio que no le corresponde, aunque con el efecto contrario: se destaca la grandeza de la vegetación y el edificio aparece como un elemento externo que no modifica el entorno. Si quitásemos la casa, el resto permanecería inalterado.
En este caso, nos vamos a la localidad costera de Mar Azul, donde, en poco más de 200 metros cuadrados de parcela, los 75 de planta de la casa parecen estar perdidos en un bosque interminable. Así los espacios se abren a espaldas de la parcela vecina y contienen una zona pública, con salón y cocina en la planta baja, y otra privada, con dos dormitorios y un baño, en la planta superior. En su interior, el omnipresente hormigón, esta vez ejecutado con encofrado de madera, sirve también para crear el banco de la cocina, que se transforma a su vez en mesa de comedor. Kruk en estado puro.
FOTOS: Rory Gardiner, Architectural Review, Reddit, Pinterest, Tomas Pisz, Fernando Guerra, Fernando Alda.