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Vittorio Gregotti, el arquitecto intelectual

Esta semana, rendimos tributo a Vittorio Gregotti, el gran arquitecto italiano que demostró la capacidad de los edificios públicos para transformar la sociedad. A través de sus grandes proyectos, reinventó el urbanismo de algunas de las ciudades más importantes del planeta. Quédate con nosotros y descubre cómo plasmó su visión de la arquitectura en sus proyectos más representativos.

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Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

El pasado 15 de marzo murió a los 92 años uno de los últimos referentes de la arquitectura del siglo XX. El COVID-19, unido a una neumonía, se llevó la vida de Vittorio Gregotti, pero queda su legado: una lista enorme de edificios que han acogido la cultura y el deporte desde la segunda mitad del pasado siglo; estadios, operas y museos que marcaron una época y que forman parte de la identidad de las ciudades donde se encuentran.

 

Gruppo 63

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

No podemos entender la figura de Gregotti sin el denominado Gruppo 63, un movimiento cultural neovanguardista surgido tras un festival de música contemporánea. Entre sus filas llegaron a congregarse algunos de los intelectuales más relevantes de la Italia de los 60, como el semiólogo Umberto Eco o el poeta Nanni Balestrini.

 

Gregotti no solo fue el único arquitecto presente en esta corriente de pensamiento, sino que llevó a la arquitectura sus premisas de oposición al conservadurismo artístico. Así, el arquitecto hizo suyo el interés del Gruppo 63 por los medios de comunicación y su potencial para conectar arte y público en un espacio de intercambio masivo. Como veremos a continuación, gracias sus proyectos, logró con creces ese objetivo.

 

Un intelectual por encima de sí mismo

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

La arquitectura de Gregotti es, ante todo, puro contexto. En cada una de sus obras, la ciudad está por encima del edificio. Por eso sus proyectos no siguen una línea estética. Una concepción de la profesión cimentada en sus investigaciones académicas sobre urbanismo, entre las que destaca su actividad docente en las universidades de Venecia, Milán y Palermo.

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

Tal y como ha declarado a El País su discípulo, el catedrático de Historia del Arte y Arquitectura, Antonio Pizza: “Estamos frente a un arquitecto que no se identifica con un lenguaje. Su apertura y porosidad es lo contrario del dogmatismo. Aplicaba una solución a cada proyecto según las circunstancias. Fue muy ecléctico desde el punto de vista formal, cuyo resultado era secundario para él. Él quería solucionar problemas. Si damos un repaso a su infinita producción vemos que hay un maremágnum de respuestas”.

 

Urbanismo, entre el fracaso y el triunfo

 

Su faceta como urbanista tuvo dos caras completamente opuestas. Los llamados ZEN (Zona de Nueva Expansión), en Palermo, y el barrio de Bicocca, en Milán.

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

El los ZEN, proyectados en 1969, Gregotti buscaba un equilibrio entre su conciencia social y su postura neovanguardista. Pero, por desgracia, este barrio ubicado al norte de Palermo ha terminado siendo un entorno gravemente degradado. Lejos de sus pretensiones de lugar de intercambio interpersonal, la presencia de la mafia y el abandono institucional, lo ha convertido un foco de delincuencia. Un gueto cuyo fracaso reconocía su autor y cuyo derribo han reclamado numerosos urbanistas locales.

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

En el segundo, Gregotti lucha para superar el desastre de los ZEN y desarrolla su proyecto a lo largo de 20 años. Desde 1985 hasta 2005 el arquitecto plantea un entramado urbano de facultades universitarias combinadas con viviendas y centros culturales. Un enfoque en el que los preceptos del Gruppo 63 dan lugar a una fuerte presencia cultural que, aún hoy en día, marca la agenda del arte en Milán, gracias a edificios como el Hangar Bicocca o el Teatro degli Arcimboldi.

 

Los edificios de la cultura

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

Como veíamos, su empeño por hacer llegar el arte al mayor número de personas convirtió a Vittorio Gregotti en un fantástico proyectista de centro culturales, teatros y auditorios. Aunque hay muchos, como el Gran Teatro de Provenza, o el mencionado Teatro degli Arcimboldi, en este caso nos quedamos con uno que aúna todas las disciplinas posibles: el Centro Cultural de Belém.

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

Al principio, Gregotti y Manuel Salgado aceptaron el encargo de crear el complejo arquitectónico destinado a ser la sede de la presidencia portuguesa de la Comunidad Económica Europea. Sin embargo, este gran proyecto terminó inaugurándose en 1993 como uno de los centros culturales más grandes del mundo, con numerosos eventos musicales, teatrales y exposiciones de fotografía y pintura. Un conjunto colosal que se abre al río tajo y que todos los fines de semana se llena de artistas callejeros, actores y visitantes que acuden para disfrutar de un entorno concebido por y para el arte

 

Los estadios

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

Suyos son el estadio Marassi de Milán y la remodelación del Estadio Olímpico de Barcelona, en el conjunto del Anillo Olímpico de Montjuïc. Para este último, Gregotti trabajo junto a Federico Correa, Joan Margarit, Carles Buxade y Alfonso Milà y el resultado forma parte de nuestro inconsciente colectivo. El proyecto del italiano consiguió mantener intactas tres de las cuatro fachadas originales de 1929, al tiempo que ampliaba el aforo a base de rebajar en 11 metros la cota de profundidad del terreno de juego.

 

Vista del comedor donde, en el salón, se aprecian dos butacas con la característica “pata de gallo”

 

 

 

 

FOTOS: Gregotti Associati Internacional, Revista AD, El País, Fundación Centro Cultural de Belem, Tomasso Macchi Cassia, Gazetta della Spezia.

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