Muchos piensan que los fundamentos de la arquitectura sostenible son muy recientes, que ha nacido con el siglo XXI y la preocupación ante las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, su origen se remonta a los años 80 del siglo XX, mucho antes de que saltaran todas las alarmas y la sostenibilidad fuese un aspecto imprescindible en la arquitectura moderna. Fue entonces cuando surgió en Alemania el movimiento Passivhaus, nacido de una conversación entre profesores de la Lund University de Suecia y el Institut für Wohnen und Umwelt (Instituto de la Vivienda y Medioambiente).
Si bien es cierto que la arquitectura tradicional ya utilizaba algunas de las soluciones adaptadas en las Passivhaus, la diferencia es que estas últimas lo hacen con conciencia medioambiental y voluntad de ahorrar toda la energía posible. Una filosofía adelantada a su tiempo con la que compartimos nuestras aspiraciones de crear una arquitectura sostenible, siempre respetuosa con el entorno y adaptada a sus condiciones climáticas.
Hoy te invitamos a descubrir con nosotros una arquitectura capaz de extraer todos los beneficios de la naturaleza sin dejar huella.
Las Passivhaus guardan una íntima relación con la arquitectura solar pasiva, un compendio de técnicas de optimización de la radiación solar aplicadas a elementos constructivos capaces de almacenarla, irradiarla o repelerla, según las necesidades climatológicas. Una buena revisión de sus posibilidades lo encontramos en Sol y arquitectura (1978), un libro que explora soluciones arquitectónicas como las empleadas en la casa “Solar One” de la Universidad de Delaware (1973); innovaciones tecnológicamente simples, pero capaces de superar las carencias energéticas sufridas durante la crisis del petróleo durante los años 70.
Si bien es cierto que la arquitectura solar jugó un papel inspirador, sus aportaciones son solo una pequeña parte del potencial que encierra el movimiento Passivhaus. Cuando Bo Adamson y Wolfgang Feist sentaron las bases de su arquitectura sostenible, además de una eficiencia total en el aprovechamiento y gestión de la energía, también buscaban que ello redundase en la calidad de vida de los habitantes del edificio. No se trata, por tanto, de una sostenibilidad a cualquier precio, sino de la prueba fehaciente de que la arquitectura ecológica no está reñida con la habitabilidad o el confort. Es más bien todo lo contrario: la orientación, el aislamiento, el estudio del soleamiento y la gestión de la energía repercuten positivamente en el disfrute de este tipo de casas.
El movimiento Passivhaus contó desde el principio con el apoyo financiero del estado alemán de Hesse, un impulso económico que supuso también el reconocimiento de su potencial más allá de la arquitectura experimental. Así, desde 1996 el Passivhaus Institut de Darmstadt ha promovido el llamado Estándar Passivhaus, un concepto que contempla el más exigente rendimiento energético y un diseño integral basado en el equilibrio térmico. Desde nuestra voluntad de apostar por una arquitectura medioambientalmente responsable, hemos querido poner el foco sobre la Casa Pasiva; una revolución técnica que será la norma en el futuro. Y no solo cuidaremos del planeta, además ahorraremos hasta un 90% del gasto energético de nuestros hogares.